¿QUÉ ESPERAMOS? DE PRIMUM NON NOCEREM

“Lo primero es no hacer daño”

En 1985-1986 el Profesor Fournier logró obtener mediante lipoaspiracción con una jeringuilla de 5-10cm3 y una aguja del 12mls lipocolágeno humano (que no es nada más que microinjertos de grasa, una vez centrifugada ésta) y que nos servía para rellenar (filling) y a la vez dar volumen a ciertas “áreas” unas veces iatrogénicas y otras veces para embellecimiento.

Dicho hallazgo, que me fue transmitido a las 24 horas, ha sido lo que de un tiempo a esta parte ha despertado nuestro interés por la utilización de células madre en el campo de la Cirugía Estética, ya que en el momento actual hay diversos ensayos por parte de varias Especialidades Quirúrgicas.

Estas células madre de alto rendimiento son capaces de producir al menos 5 veces más (UFCs) unidades formadoras de colonias que la médula ósea. Si tenemos en cuenta además que las células madre y las células precursoras están relacionadas con el mantenimiento continuo y la reparación de la mayoría de los tejidos: podríamos afirmar que serían de primordial importancia para el organismo en el rejuvenecimiento en general, a la vez que intentar “detener el tiempo” (anti-aging), ya que no tenemos que olvidar que estas células tienen la capacidad de autorrenovación y de diferenciación de múltiples cepas.

Así pues, es importante mostrar –aunque con una cierta cautela-, lo que se puede esperar de la aplicación de estos adipositos contenidos en el tejido graso como origen de células adultas de fración vascular estromal (FVE). Y una vez conocida la fuente en nuestro organismo –adipocitos-, “el resto” sería ir procesando datos en diversos pacientes y conocer su generosa repercusión en las distintas áreas de aplicación.

ARTROSIS:

Las causas concretas de artrosis no se conocen.

Es un síndrome en el que diversos factores, actuando de forma aislada o combinada, favorecedores, se clasifica como artrosis secundaria: en el resto de casos, la mayoría, se denomina artrosis primaria.

Los factores considerados de riesgo para que se desarrolle la artrosis son múltiples: edad (afecta al 85% de la población anciana), sexo (por encima de los 55 años predomina en mujeres), genética (en la artrosis generalizada existe un patrón hereditario, los nódulos de Herberden y Bouchard siguen un patrón autonómico dominante en mujeres y recesivo en hombres),  actividad física (tanto si es nula como intensa), actividad laboral (existe una clara relación entre algunos trabajos y determinadas localizaciones artrósicas), sobrecarga mecánica (incluidos los la micro traumatismo repetidos) obesidad, menopausia (algunos estudios relacionan el aumento de la prevalecía de artrosis en la posmenopáusia con la disminución de estrógenos), densidad mineral ósea (hay estudios que muestran la relación de la artrosis con la densidad mineral ósea elevada), factores nutricionales (existen controversias en cuanto al papel protector de diversos antioxidantes como las vitaminas Cy D) y enfermedades sistémicas (determinadas enfermedades endocrino-metabólicas podrían favorecer el desarrollo de artrosis, por ejemplo, la acromegalia, la diabetes mellitas, el hipotiroidismo, el hiperparatiroidismo y la hemocromatis).
A su vez, la inflamación sinovial favorece la disregulacion del condorcito y la alteración del equilibrio entre sus actividades anabólicas y catabólicas, con lo que se crea u circulo vicioso. En su evolución, la artrosis afecta no solo al cartílago y al tejido sinovial (sinovitis crónica, incluso episodios agudos como los brotes agudos de sinovitis de rodilla) sino también a todas las estructuras de la articulación, incluidos el hueso subcondral, la capsula articular y los tejidos blandos peri articulares.
La artrosis afecta habitualmente a pocas articulaciones, siendo las localizaciones mas frecuentes las rodillas, caderas, la columna, las articulaciones interfalangicas dístales y las articulaciones trapeciometacarpiana (rizartrosis) y metatarsofalangica del primer dedo. Auque la expresión clínica es muy variable, las principales manifestaciones son:

• Dolor del tipo mecánico (mejora con el moviendo y empeora con el reposo). Es el síntoma principal y en su génesis intervienen diversos factores: uno de los principales es la sinovitis (discreta, crónica), que existe, por ejemplo, en caso el 50% de los casos de ganostrosis sintomática. En relación con este factor, hay que considerar que los mediadores de la inflación pueden estimular, directa o indirectamente, la angiogenesis en el cartílago (normalmente avascular, alinfatico y neural) y en la unión osteocondral. La angiogenesis se sigue de neoinervacion, la cual puede contribuir al dolor en la sinovitis crónica (3). Otros factores que pueden intervenir son: irritación mecánica por los osteofitos, distensión capsular, bursitis secundaria, aumento de la presión subcondral intraosea e irritación de los nervios perifericos, microfracturas subcondrales, dilatación vascular epifisaria (en relación con osteogenesis), deformación articular, posturas viciosas y disfunción muscular secundaria, así como factores emocionales, ansiedad y depresión (1,4). Ocasionalmente se produce sinovitis agudas que producen dolor intenso de características inflamatorias..
• Rigidez, limitación de la movilidad, impotencia funcional y deformidades articulares.
• En fases avanzadas, suele haber atrofia muscular. En general, la artrosis evoluciona de forma lenta y progresiva, alterando de forma variable fases agudas (exacerbaciones) y crónicas con periodos asintomático.

Para el diagnostico suelen se suficientes la sintomatología, la exploración física y el estudio radiográfico simple. Como bien se sabe, puede existir una disociación clínico-radiología. La analítica sistemática básica suele se normal (en artrosis primarias puede hallarse un ligero aumento de la VSG). El estudio del líquido sinovial permite destacar enfermedades por depósito de microcristales o artritis infecciosas. En artrosis, el líquido sinovial es claro, transparente, viscoso y tiene una ligera leucocitosis (menos de 2.000 células por mm3, con predominio de mononucleares). La ecografía es una prueba inocua y precisa que cada vez se utiliza más, dado que permite identificar las características del cartílago, derrames, cuerpos libres intraarticulares, bursitis y tendinitis.

Los objetivos del tratamiento son adecuar al paciente sobre su enfermedad, aliviar el dolor, mejorar la movilidad, retardar la evolución del proceso y minimizar la posibilidad de efectos adversos. Además del tratamiento farmacológico, todos los pacientes necesitan tratamiento no farmacológico.

En el contexto de las intervenciones no farmacológicas, la educación del paciente se ha de centrar en el aprendizaje de las medidas de protección articular y en la identificación de factores nocivos. Existen diversas medidas fisioterápicas para mejorar la fuerza muscular, la movilidad articular y la marcha. Se conocen los beneficios del ejercicio regular aeróbico suave adaptado a la articulación afecta y, en caso de sobrepeso u obesidad, los de la pérdida de peso. También son de ayuda la acupuntura y otras técnicas físicas (por ejemplo, termoterapias, láser, ultrasonidos, TENS y campos electromagnéticos.

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